Los análisis de la unidad de Inteligencia de la Jefatura Nacional Antinarcóticos de la PDI revelan cómo actúan estas mujeres, cuyo rol habitualmente es ocupado por hombres. Conozca tres casos emblemáticos de la historia policial del país.
























Ella es Magaly Cueto Melgar (53), ex pareja del fallecido narco colombiano Pablo Escobar























Elena Guerrero Espinal (61), alias ''La Canalla''

SANTIAGO.- Una voz de mando clara, carácter fuerte, rapidez en la toma de decisiones, seductoras y frías. Esas son las principales características de las mujeres que han liderado las bandas narco que han sido desbaratadas por los efectivos de la PDI en la historia policial del país.

Así también era descrita la boliviana Magaly Cueto Melgar, ex pareja del capo narco colombiano Pablo Escobar Gaviria, detenida esta semana en La Pintana como cabeza de una banda que ingresaba droga a Chile desde Bolivia, con el fin de comercializarla en la zona sur de la capital.

El jefe de inteligencia de la Jefatura Nacional Antinarcóticos (Jenant), Eric Menay, explica a Emol que los análisis de criminalística realizados por su unidad, dan cuenta de que la mujer que lidera una organización de este tipo "tiene que utilizar atributos diferentes al grito, la violencia o la fuerza como lo hacen los varones".

"Deben cautivar a sus subordinados a través de maniobras de seducción. Ellas son proporcionalmente menos violentas que los hombres, por lo tanto mucho más sensibles, lo que les da una mejor capacidad de planificación", asegura.

Lo anterior a juicio de los investigadores, les da la capacidad de ver otros detalles que "el hombre normalmente pasa por alto, porque es más impulsivo".

La amante del zar colombiano

El comisario Menay sostiene que el caso de Magaly Cueto es uno de los tres emblemáticos que figuran en los anales de su institución.

La mujer de 53 años tenía prohibición de entrar al país y ejercer un empleo -había sido condenada en otras dos ocasiones por narcotráfico-, por lo que ingresó con un nombre falso y se instaló en una casa arrendada en la población Santo Tomás de La Pintana, la que además era su centro de operaciones. 

Funcionarios de la PDI la detuvieron junto a su banda y decomisaron 160 kilos de droga escondida en un taller mecánico de Iquique y en los parachoques de automóviles que trasladarían a Santiago.

"No era ostentosa y cultiva un bajo perfil, es una mujer avezada y era quien conseguía a los transportistas y pagaba la droga. En el ambiente criminal era conocida por su vinculación con Pablo Escobar", dijo el subprefecto Iván Villanueva, jefe de la Brigada Antinarcóticos Metropolitana.

El fiscal metropolitano sur, Raúl Guzmán, agregó que "el grado de conocimiento con narcotraficantes bolivianos y colombianos le permitió ganarse su confianza y tener fácil acceso a fuentes que le vendían cantidades de droga para comercializarla en otras partes. Eso no lo puede hacer cualquiera".

La Canalla

Si Cueto tuvo nexos con el narcotráfico internacional, hubo otra que llegó a vincularse directamente, nada menos que con la mafia italiana. Se trata de Carmen Guerrero Espinel (61).

"La Canalla", como era conocida en el mundo del hampa, a los 18 años viajó a Europa y siete años después ya participaba en operaciones menores de tráfico de drogas.

Su vida y estatus delictual cambió cuando en 1980 se casó con Giusseppe Ciulla, italiano vinculado a la mafia de Palermo, con lo que entró de lleno al negocio a gran escala.

De acuerdo a los datos de la PDI, la pareja se instaló en Chile, donde tuvieron su centro de operaciones enviando a "burreros" con droga a Italia durante más de 10 años.

Su liderazgo se manifestó tras la muerte de su esposo en un accidente automovilístico que ambos sufrieron en el centro de Santiago, en agosto de 1990.

"En ese momento era una mujer con contactos internacionales, lo cual es muy bien visto. Por eso se le respetaba. Tenía poder frente al resto", sostiene el comisario Menay.  

A partir de 1991, la mujer comenzó a ser buscada por Interpol, luego que en Italia fuera condenada a 30 años de cárcel por delitos de narcotráfico y falsificación.

En 1992 -pese a que contaba con más de 30 "burreros"- tomó la decisión de viajar ella misma a Brasil con droga, donde fue detenida, comenzando a cumplir su sentencia en ese país.

Eso hasta 1998, cuando apelando al Tratado de Estrasburgo sobre Traslado de Personas Condenadas, accedió al beneficio de cumplir su condena en Chile, donde pasó más de 10 años tras las rejas. Hoy trabaja como costurera.

La heredera

Sólo 20 años tiene Vitalia Alejandra Muñoz Mondaca, quien fue detenida en abril pasado en el marco de la operación Formosa II. Pese a su juventud fue capaz de manejar una organización internacional que operaba en Chile, Argentina y Paraguay, que fue desbaratada con 300 kilos de pasta base, cocaína y marihuana.

La joven heredó el liderazgo de la agrupación directamente de su padre, el narco Pablo Muñoz, quien fue capturado en la primera fase de la operación.

"Ella se movilizaba en un vehículo deportivo descapotable e impartía instrucciones a los otros integrantes de la organización desarticulada. Sin perjuicio de que su apariencia no era propia de un narcotraficante, sus decisiones eran respetadas por sus pares", sostiene el jefe policial.

El comisario Menay asegura que los tres casos anteriores son emblemáticos porque "se trata de mujeres que participan en lo alto de la estructura, por lo tanto escapan al contexto normal donde la mayoría de las mujeres acompañan las maniobras delictuales de sus parejas y en roles secundarios, vinculados a la dosificación, la guarda, entrega menor de droga o recaudación de dinero. Ellas, en cambio, tomaban decisiones respecto del transporte, la custodia o la protección de los cargamentos ilícitos, tarea propia de los hombres

 
Toggle Footer