La BBC entrevistó en un hospital de Dohuk, en el Kurdistán iraquí, a un hombre que sobrevivió a la matanza de 80 yazidíes que militantes de Estado Islámico perpetraron hace una semana en Kawju.































BBC Mundo
Rafed Said Amu escapó de una masacre perpetrada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI, antes conocido como ISIS) en la localidad de Kawju, Irak, en la que murieron al menos 80 personas pertenecientes a la minoría religiosa de los yazidíes.
La noticia del ataque se conoció el pasado fin de semana y en ese momento el canciller saliente de Irak, Hoshyar Zebari, opinó que la matanza fue en represalia por un ataque previo de Estados Unidos con un avión no tripulado (drone).
Desde el hospital donde se recupera, en la localidad de Dohuk, en el Kurdistán iraquí, Said Amu le cuenta a la BBC que inicialmente los militantes les prometieron que no iban a herir a los residentes del pueblo.
En entrevista con Yalda Hakim, de la BBC, contó que yihadistas de Estado Islámico trasladaron a los hombres fuera del Kawju y les dispararon, al tiempo que se llevaron a las mujeres con ellos.
Said Amu logró reptar entre los cuerpos de las víctimas mientras los cadáveres eran lanzados con una excavadora en una fosa común.
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"Nadie vino a rescatarnos"
Un equipo de la BBC visitó el hospital más grande de la ciudad de Dohuk, en la región autónoma del Kurdistán iraquí, donde cada día llegan numerosas víctimas del conflicto, entre ellas muchos peshmerga, como se conoce a los miembros de las fuerzas especiales kurdas que intentan contrarrestar el avance de los combatientes de Estado Islámico en el norte de Irak.
Pese a recibir cinco disparos, Said Amu sobrevivió a la matanza.
"Los militantes se dirigieron al líder de nuestra tribu, bebieron té con él y le dijeron 'Dénnos todas las armas y estarán seguros'. Se llevaron todas las armas y las pusieron en sus vehículos, dijeron que regresarían al día siguiente. Volvieron y nos dijeron que no nos iban a hacer daño", relata.
El hombre tiene las manos y los pies vendados.
"Intentamos huir durante la noche pero no pudimos porque tenemos muchas mujeres y niños", cuenta.
"Llamamos a todos nuestros parientes para que vinieran a salvarnos y les dijimos que estábamos rodeados, les pedimos que mandaran una fuerza o protección o guardias para evacuarnos a las montañas Sinjar pero nadie vino".
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"Les dimos todo"
Después de unos días, los militantes de EI regresaron en 20 vehículos y se dispersaron por todo Kawju.
En una escuela de secundaria de la localidad, congregaron a todos los habitantes, mujeres, niños y hombres, y los repartieron entre los dos pisos del edificio.
Said Amu recuerda el momento preciso en que el líder llegó y dijo: "Recojan dinero, oro, celulares".
No se opusieron. "Les dimos todo, nos quedamos sin nada y 30 minutos después el líder dijo que nos dejarían marchar.
"Nos montaron en varios vehículos, cada uno con diez personas, yo iba en el primer convoy, nos llevaron a las afueras del pueblo junto con los militantes. En cada carro iban cuatro militantes con armas, nos pusieron en fila con los combatientes a dos metros de nosotros y empezaron a disparar rápidamente", detalla.
Huida entre cadáveres
Recuerda cómo, tras los disparos, los yihadistas se acercaban "para verificar si nos movíamos o respirábamos para rematarnos, entonces vinieron con una excavadora para enterrarnos, incluso a los vivos.
"Esto formó mucho polvo sobre mí y fui capaz de reptar entre los cadáveres. Caminé 12 horas y llegué a Sinjar por la noche", dice.
Ningún miembro de su familia está con él. Cuenta que, por lo que sabe, las mujeres fueron capturadas y el resto de familiares murió.
"No sé qué hacer, no tengo donde ir, estoy desamparado. Sólo Dios nos puede ayudar".
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