Los dirigentes turcos fueron ampliamente criticados por no prestarle atención al crecimiento de los grupos militantes.
Este frente de guerra atraviesa cultivos de algodón y olivares: a un lado, un poderoso miembro de la OTAN; al otro, un país acosado por militantes islámicos que lo han convertido en el nuevo blanco de una intervención militar de Occidente.

Turquía insiste en que su frontera de 900 kilómetros de largo con Siria es un baluarte contra Estado Islámico (EI) y los otros grupos yijadistas que se han desarrollado durante la guerra en ese país vecino.
Pero su historial no respalda esa afirmación.
Turquía ha sido, durante la mayor parte de este conflicto de tres años y medio, el principal punto de entrada a Siria de armamento, recursos y combatientes extranjeros.
Por ser un oponente acérrimo del gobierno sirio, la política adoptada por Ankara parecía ser: "Cualquiera menos el presidente sirio Bashar al Assad".
Los dirigentes turcos fueron ampliamente criticados por no prestarle atención al crecimiento de los grupos militantes o, peor, por respaldarlos.
Sin embargo, en los últimos meses la situación ha cambiado: 49 turcos -diplomáticos y sus familias- fueron secuestrados por EI en la ciudad iraquí de Mosul en junio y aún siguen cautivos.
Ese incidente y la rápida progresión de EI en Irak y Siria parecen haber alertado a Turquía de la amenaza que tiene a puertas. Ahora empezó a combatir.

"Imposible cruzar"

Como cosa rara, nos dieron acceso al ejército turco en la sureña región de Hatay, cuando aumentaban las patrullas en la frontera: hay 5.000 efectivos desplegados en esta área, donde quieren mostrar que están en control.
Quien me guiaba era el comandante del batallón era el teniente coronel Umit Durmaz, quien rechaza la idea de que Ankara respondió muy tarde.
"Apenas empezó la guerra, tomamos medidas para asegurar la frontera. Y las hemos estado reforzando constantemente en los últimos tres años", insiste ante los micrófonos de la BBC. "A mí me parece que esas acusaciones en nuestra contra son muy injustas".
Le pregunto si el ejército turco puede garantizar que está en capacidades de proteger a Europa del peligro que representan los extremistas islámicos.
"Es imposible cruzar esta frontera sin nuestro consentimiento. Quiero que Europa y Turquía confíen en nosotros", asegura. "Ni EI ni ningún otro grupo será capaz de atacar nuestra frontera. Si lo intentan, responderemos con todas nuestras fuerzas".
Sólo en lo que va de año, los militares en Hatay atraparon a casi 17.000 personas tratando de entrar a Turquía.
En general, lo que mantiene ocupadas a las tropas son transgresiones criminales de bajo nivel.
Frontera turco-siria.Después de hacer su juramento diario, repitiendo a toda voz la promesa de "proteger el honor y la integridad" de las fronteras turcas, algunos soldados se suben a las torres de vigilancia desde donde otean las vastas llanuras del norte de Siria, zonas que están bajo el control del frente al Nusra, un afiliado de al Qaeda.
"Llegan entre 10 a 15 contrabandistas al día con cosas como aceite o cigarrillos y a menudo hay intercambio de disparos con ellos", dice el teniente coronel Unsal Akyel.
"Como no hay una autoridad legítima al otro lado, las armas caen en manos de gente común".
Lo que mantiene ocupado a los guardas de frontera turcos es la criminalidad de bajo 
nivel.
De repente, notan movimiento en el río: una gente que está tratando de entrar a Turquía. Se montan en un vehículo blindado y salen en esa dirección, con mucha precaución.
Frontera turco-siria.Al final resulta que eran sencillamente refugiados: unos pocos de los tres millones que han huído de Siria desde que empezaron los enfrentamientos.
Se sientan bajo el Sol, exhaustos, y el más pequeño juega con una brisna de pasto.
"Huimos porque el régimen de Assad bombardeó nuestras aldeas y mató a nuestros niños", asegura Heyfek Neus, madre de cinco chicos. "No todos nos salvamos. Uno de mis hermanos murió".

"Blanco fácil"

Sólo en lo que va de año, los militares en Hatay atraparon a casi 17.000 personas tratando de entrar a Turquía.
Es el doble de los interceptados el año pasado, una señal tangible de que se está reforzando la frontera.
Muchos no son más que refugiados, a los que instalan en campamentos repletos degente.
Pero otros son extranjeros que entran y salen de Siria, y son sospechosos de haberse unido al yijad.
Entre las casi 9.000 personas detenidas al tratar de cruzar la frontera entre Siria y Turquía hay ciudadanos de 15 países, incluyendo a Somalia, Dinamarca y Francia.
Turquía usa equipos de imagen térmica para monitorear la frontera.
Hasta ahora, llegaban vuelos al aeropuerto de Hatay cargados con milicianos extranjeros, que cruzaban fácilmente por la porosa frontera. Pero eso está cambiando.
Frontera turco-siria"Turquía ha sido culpada injustamente en un intento de encubrir la estrategia fallida hacia Siria de la comunidad internacional", dice Cemalettin Hasimi, un consejero del primer ministro.
"Turquía es un blanco fácil. Pero deberíamos centrarnos en su lugar en los países de origen, que no están haciendo nada para impedir que sus ciudadanos viajen a Siria a luchar".
Esa defensa, dicen los críticos, esconde una política más siniestra.
"El gobierno turco ha ayudado a los grupos milicianos a crecer", argumenta Mehmet Ali Ediboglu, del partido opositor CHP.
"Hoy, áreas donde Estado Islámico o el frente al-Nusra son dominantes están muy cerca de la frontera turca. No fueron capaces de ganar terreno más al sur. Los milicianos van y vienen desde aquí".

País clave para EE.UU.

La musulmana Turquía es clave en la estrategia estadounidense contra EI.
Haciendo frontera tanto con Siria como con Irak, alberga grandes bases estadounidenses y tiene las segundas mayores fuerzas armadas de la OTAN.
Pero los diplomáticos capturados por EI complican el siguiente movimiento de Turquía, que teme represalias.
El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, viajó esta semana a Ankara para 
intentar recabar su apoyo en la lucha contra Estado Islámico.
Ankara quiere parar el flujo de refugiados sirios y teme que los grupos kurdos en Siria pasen armas a los rebeldes kurdos del PKK, considerados una amenaza terrorista.
John Kerry.Debido a esas preocupaciones, altos funcionarios turcos indican que su país no tomará parte en las operaciones de combate y no permitirá que sus bases sean usadas en los ataques aéreos.
Pero el país jugará un importante papel humanitario, y su respaldo a la coalición liderada por occidente será crucial.
Al alejarnos de la frontera, pudimos ver de repente un camión del lado sirio que transportaba rebeldes armados de al Nusra.
Dimos la vuelta y aceleramos, pero desaparecieron rápidamente en el bosque. Cerca ondeaba su bandera negra sobre un edificio cercano.
Era un recuerdo de lo cercana que se encuentra la amenaza, y de cómo Occidente confía en la habilidad turca para confrontarla.
 
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