Analistas y ex jefes navales advierten sobre los costos de mover el arsenal atómico guardado en territorio escocés.
Mientras se acerca el momento del referéndum sobre la independencia de Escocia este mes de septiembre, analistas y ex jefes militares se centraron en una de las posibles consecuencias de la posible escisión: sus efectos sobre el arsenal nuclear británico.
Ello se debe a que los submarinos nucleares Trident, los únicos vectores de armamento atómico de las fuerzas armadas de ese país, tienen su base naval en Faslane, en el Gare Loch, cerca de Glasgow.
Ello se debe a que los submarinos nucleares Trident, los únicos vectores de armamento atómico de las fuerzas armadas de ese país, tienen su base naval en Faslane, en el Gare Loch, cerca de Glasgow.
El Partido Nacional Escocés (SNP), cabeza de la campaña separatista que ha ido recortando la ventaja que mantienen los unionistas en los sondeos, busca la salida de las naves de Escocia antes de 2020.
Expertos y ex jefes navales afirman que el costo y la complejidad de la mudanza de estos sistemas de armas podrían alentar el debate sobre si el país necesita realmente una fuerza nuclear de disuasión.
"A los estadounidenses les gusta que seamos una potencia nuclear. Tendríamos problemas con ellos. En la OTAN causaría alarma. ¿Se puede realmente seguir siendo un miembro permanente del Consejo de Seguridad (sin armas nucleares)? No lo sé", apuntó Lord Alan West, comandante de la fuerza naval británica entre 2002 y 2006 y ex secretario de Estado de Seguridad.
Su visión es compartida por figuras como el general George Robertson, escocés que fue secretario general de la OTAN.
"A las fuerzas del mal les encantaría", dijo Robertson en un discurso en Washington en abril. "Podría significar el desarme nuclear unilateral de lo que quedara del Reino Unido".
Las naves integran el sistema colectivo de disuasión de la OTAN y propio Presidente estadounidense, Barack Obama, se refirió veladamente al tema en julio pasado, cuando dijo que quería que el Reino Unido siguiera siendo un "aliado fuerte, sólido, unido y efectivo".
Desde la otra orilla, el SNP del jefe de gobierno regional Alex Salmond describe los misiles Trident II, capaces de desplegar múltiples vehículos de reentrada con potencias de hasta 100 kilotones, como "una afrenta a la decencia básica con su poder destructivo inhumano e indiscriminado".
Onerosa mudanza
El gobierno británico, en tanto, afirma que no ha planeado nada para mudarse de las instalaciones de Faslane y la vecina Coulport, donde almacena las cabezas nucleares para los misiles del Trident.
El cambio de sede podría llegar a ser costosísimo e implicar un gasto de unas 8.000 millones de libras (13.000 millones de dólares).
Ese oneroso traslado debería concretarse en un contexto de austeridad en los gastos de defensa, con un presupuesto de 33.500 millones de libras que ha sufrido un recorte del 8% en los últimos cuatro años.
"El presupuesto de defensa no podría afrontarlo", dijo West. "Existe la posibilidad de que la gente pidiera dejar de tener armas nucleares".
Otro problema sería encontrar un lugar alternativo y un momento adecuado, que podría ir más allá del momento en que Escocia culminaría la transición hacia un Estado independiente, en marzo de 2016, si la opción separatista se impone el próximo 18 de septiembre.
El profesor Malcolm Chalmers, del foro de debate Royal United Services Institute, pronosticó que si la mudanza es necesaria, "podría concluirse hacia 2028".
Los cuatro sumergibles clase Vanguard ("Victorious", "Vigilant", "Vengeance" y "Vanguard"), construidos entre las décadas de 1980 y 1990, están envejeciendo y las autoridades británicas tenían contemplado su próximo reemplazo, que se decidiría en 2016.
Chalmers opina que Londres buscaría renunciar también al símbolo de "prestigio internacional" que implica la disponibilidad de armamento nuclear, y menos poco después de la "gran conmoción" que significaría la independencia escocesa.
"Habría un sentimiento de humillación, temor por la imagen internacional del Reino Unido, así que sería un enorme paso que renunciara a esta fuerza", planteó.
Expertos y ex jefes navales afirman que el costo y la complejidad de la mudanza de estos sistemas de armas podrían alentar el debate sobre si el país necesita realmente una fuerza nuclear de disuasión.
"A los estadounidenses les gusta que seamos una potencia nuclear. Tendríamos problemas con ellos. En la OTAN causaría alarma. ¿Se puede realmente seguir siendo un miembro permanente del Consejo de Seguridad (sin armas nucleares)? No lo sé", apuntó Lord Alan West, comandante de la fuerza naval británica entre 2002 y 2006 y ex secretario de Estado de Seguridad.
Su visión es compartida por figuras como el general George Robertson, escocés que fue secretario general de la OTAN.
"A las fuerzas del mal les encantaría", dijo Robertson en un discurso en Washington en abril. "Podría significar el desarme nuclear unilateral de lo que quedara del Reino Unido".
Las naves integran el sistema colectivo de disuasión de la OTAN y propio Presidente estadounidense, Barack Obama, se refirió veladamente al tema en julio pasado, cuando dijo que quería que el Reino Unido siguiera siendo un "aliado fuerte, sólido, unido y efectivo".
Desde la otra orilla, el SNP del jefe de gobierno regional Alex Salmond describe los misiles Trident II, capaces de desplegar múltiples vehículos de reentrada con potencias de hasta 100 kilotones, como "una afrenta a la decencia básica con su poder destructivo inhumano e indiscriminado".
Onerosa mudanza
El gobierno británico, en tanto, afirma que no ha planeado nada para mudarse de las instalaciones de Faslane y la vecina Coulport, donde almacena las cabezas nucleares para los misiles del Trident.
El cambio de sede podría llegar a ser costosísimo e implicar un gasto de unas 8.000 millones de libras (13.000 millones de dólares).
Ese oneroso traslado debería concretarse en un contexto de austeridad en los gastos de defensa, con un presupuesto de 33.500 millones de libras que ha sufrido un recorte del 8% en los últimos cuatro años.
"El presupuesto de defensa no podría afrontarlo", dijo West. "Existe la posibilidad de que la gente pidiera dejar de tener armas nucleares".
Otro problema sería encontrar un lugar alternativo y un momento adecuado, que podría ir más allá del momento en que Escocia culminaría la transición hacia un Estado independiente, en marzo de 2016, si la opción separatista se impone el próximo 18 de septiembre.
El profesor Malcolm Chalmers, del foro de debate Royal United Services Institute, pronosticó que si la mudanza es necesaria, "podría concluirse hacia 2028".
Los cuatro sumergibles clase Vanguard ("Victorious", "Vigilant", "Vengeance" y "Vanguard"), construidos entre las décadas de 1980 y 1990, están envejeciendo y las autoridades británicas tenían contemplado su próximo reemplazo, que se decidiría en 2016.
Chalmers opina que Londres buscaría renunciar también al símbolo de "prestigio internacional" que implica la disponibilidad de armamento nuclear, y menos poco después de la "gran conmoción" que significaría la independencia escocesa.
"Habría un sentimiento de humillación, temor por la imagen internacional del Reino Unido, así que sería un enorme paso que renunciara a esta fuerza", planteó.