Gulnara Kramikova era millonaria, exitosa empresaria, cantante pop. Hasta que cayó en degracia con su padre, líder de uno de los regímenes más brutales y represivos del planeta. ¿Cómo pasó?
"Gulnara Karimova".(Foto)




Fue millonaria, cantante pop, diseñadora de modas, diplomática y símbolo de uno de los regímenes considerado de los más brutales y represivos del planeta. Hasta que cayó en desgracia.
El rostro glamoroso de Gulnara Karimova, una de las hijas del presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, podía verse hasta hace poco no sólo en desfiles exclusivos, sino en foros internacionales. Esta mujer que estudió ciencias políticas y obtuvo su maestría en Harvard también fue representante ante la ONU en Ginebra y embajadora de su país en España.
Pero Karimova, más conocida por su nombre artístico de Googoosha o Gugusha, también ha protagonizado una caída espectacular desde la cima del poder en un país gobernado en forma tan autocrática que ha sido comparado con Corea del Norte.
Como un castillo de cartas, el imperio económico de Karimova colapsó y una disputa visceral con su padre parece haber culminado en arresto domiciliario.
La corresponsal de la BBC en Asia Central, Natalia Antelava, obtuvo grabaciones enviadas en forma clandestina en las que Karimova asegura que ella y su hija adolescente son prisioneras tratadas "peor que los perros".
"Necesitamos atención médica urgente. Tenemos esta oportunidad de enviar un dispositivo USB fuera del país y apreciaremos cualquier ayuda", señala la voz en inglés.
Un hijo de Karimova que estudia en Inglaterra dijo a la correponsal de la BBC que su hermana de 16 años, Iman, padece una enfermedad cardíaca pero se le ha negado tratamiento durante meses.
"La casa está rodeada por cientos de cámaras y hay equipos especiales que bloquean cualquier comunicación. Yo y mi hija estamos bajo una presión y un estrés tremendos", afirma la voz en la grabación.
¿Qué produjo el cambio de fortuna de Karimova?
Acusaciones de corrupción
Sus dolores de cabeza habrían comenzado con un caso de corrupción ante la justicia europea.
En 2012, un grupo de periodistas suecos descubrieron que el gigante de telecomunicaciones sueco finlandés TeliaSonera había pagado US$300 millones por acceder al lucrativo mercado de celulares en Uzbekistán, que tiene una población superior a los 30.000.000 de habitantes.
El dinero fue depositado en la cuenta de una pequeña empresa registrada en Gibraltar a nombre de Gayane Avakyam, una joven que, según informes, trabajaba en una de las muchas boutiques propiedad de Karimova en la capital uzbeca, Tashkent.
El fiscal del caso, Gunnar Stetler, dijo no tener dudas de que TeliaSonera pagó sobornos. El escándalo -que involucra 10 países europeos, según el fiscal- ya ha llevado a la renuncia de altos ejecutivos de la empresa en Suecia.
En una conversación en Twitter con la corresponsal de la BBC, Karimova negó cualquier conexión con TeliaSonera. Pero no se trata del único caso en que se ha visto involucrada.
Se cree que durante cinco años controló uno de los mayores conglomerados del país, Zeromax, que reportaba ganancias anuales superiores a US$3.000 millones al año. Sin embargo, fue misteriosamente cerrado en 2010.
Kamollodin Rabbimov, analista político que trabajó para el gobierno uzbeco y ahora vive en Francia, le dijo a la BBC que "Gulnara llegó a monopolizar sectores enteros de la economía, interfiriendo en ventas de gas natural y oro".
Luego del cierre de Zeromax, Karimova fue nombrada embajadora en España y representante ante Naciones Unidas en Ginebra. También comenzó a trabajar en su imagen de cantante pop con el nombre artístico de Googoosha y fue anfitriona en Tashkent de una larga lista de invitados célebres, como Sting, Julio Iglesias y Gérard Depardieu.
Disputa visceral
En 2012 Karimova aún era considerada como una posible sucesora de su padre, pero a fines de 2013 sus fundaciones, estaciones de TV y tiendas fueron clausuradas una a una. Poco después comenzó en Twitter una disputa pública entre Karimova y su familia, con acusaciones y contraacusaciones, principalmente con su hermana menor, Tillyaeva o Lola.
Karimova denunció en un tuit que su principal enemigo y causa de sus desgracias era Rustam Innoyatov, exagente de la KGB, la antigua policía secreta soviética, y máximo funcionario de seguridad en el régimen de su padre.
En los meses posteriores Karimova comenzó a criticar duramente los excesos de su padre, denunciando arrestos y represalias, y muchos de sus empleados, según informes, fueron detenidos o han desaparecido.
Un empresario uzbeco que huyó del país dijo a la BBC que el papel de Karimova como defensora de los derechos humanos "no es creíble".
"Es un juego más de los ricos y poderosos, pero nada cambiará para el pueblo", agregó.
¿Qué sucedió realmente entre Karimova y su padre?
Algunos observadores especulan que el presidente mismo ordenó la caída de su hija luego del escándalo de TeliaSonera. O podría ser que, tal como Karimova asegura, su arresto domiciliario fue ordenado por Rustam Innoyatov, en un frontal desafío al poder del mismo mandatario.
"Récord atroz"
Todos los líderes de oposición en Uzbekistán están o bien en la cárcel, en el exilio o en el cementerio.
La organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch señaló que "el récord de Uzbekistan es atroz".
"La tortura es endémica en el sistema criminal de justicia y las autoridades intensificaron la persecución y represalia de activistas y miembros de la oposición y periodistas".
"El gobierno fuerza a más de un millón de adultos y niños a cosechar algodón en condiciones abusivas. Y las autoridades aún niegan justicia por la masacre de Andijan en 2005, cuando fuerzas del gobierno abrieron fuego y mataron a cientos de manifestantes. A pesar de esto, Estados Unidos y Europa promueven relaciones más estrechas con Uzbekistán, buscando su cooperación en la guerra en Afganistán", agregó Human Rights Watch.
Pero una cosa es aplicarle mano dura a los enemigos políticos y otra tratar a una hija desobediente: es un desafío diferente para el presidente Karimov, señala la corresponsal de la BBC.
Dejarla salir del país sería inaceptable para el mandatario porque ha criticado duramente al gobierno y sabe demasiado.
Al menos por ahora, lo que suceda con Gulnara Karimova parece depender ante todo de la voluntad del hombre que ha dirigido Uzbekistán con puño de hierro por más de dos décadas.
 
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